Querido Hermano:


Estoy celebrando mi Navidad número 40. Si, hace cuarenta años, mi Arzobispo D. Ernesto Corripio Ahumada, con sus manos me preparó la maleta, poniendo calcetines de su ropero, suéter, chamarra, bufanda “porque en Zoochila hace mucho frío”- Jamás he olvidado ese detalle de mi Padre Obispo, el gran Corripio que, cual buen torero, con una mano sostenía la muleta y con la otra, el estoque; pero antes, envolvía con el capote hasta que el burel agachaba la cabeza. Siempre se salía con la suya.
-
Ahora, desde la barrera, mira como en su Oaxaca querido, su Tercer Sucesor, en medio del mismo redondel, sin traje de luces ni porte altivo, hace la faena a pie firme, con la frente erguida, la mirada atenta. ¡Helo ahí: menea el capote, invita, espera la embestida; “hace la graciosa huída”; lo va perfilando hacia las tablas… y cierra el tercio “con una apasionada entrega”… ¡¡Va por TI, le dice cada día a su Amigo del alma: TE DEUM LAUDAMUS...

Pero, algo le falta al Diestro de Tototlán, Sí, algo le falta ¿Qué será? ¡¡La estocada!!

Cada día lo disfruto más, cuando levanta la mirada a los tendidos, llenos de pañuelos blancos, pidiendo el indulto. Aprieta la quijada, cierra el puño… :”Arrepiéntanse, enderecen lo torcido, conviértanse;” envaina la espada, enrolla la muleta, guarda el estoque…  “Padre nuestro que estás en los cielos…”

Al celebrar mi cuarenteava Navidad, agradezco a Dios por permitirme vivir cerca de hombres tan valiosos, Sacerdotes tan llenos de Dios: mis Obispos.  Cada uno con sus dotes y limitaciones, me han capoteado, me han dado muletazos; pero ninguno me ha dado la estocada. Gracias a mis hermanos Presbíteros de quienes he aprendido a amar a Dios en Oaxaca y otras muchas cosas buenas y algunas marrullerías. Muchas gracias a todo mi Presbiterio por aceptarme y dejarme caminar con ustedes.

Gracias a todos los Oaxaqueños por darme la oportunidad de ejercer el ministerio sacerdotal entre Ustedes y para Ustedes

Gracias a mi Santísima Madre de la Soledad por darme a su HIJO para llevarlo a la Costa, al Valle, a la Sierra.


G  R  A  C  I  A  S    O  A  X  A  C  A

FELIZ NAVIDAD

|Con todo mi amor de Sacerdote, toreado, capoteado y siempre indultado.



Pbro. Lic. José Guadalupe Barragán Oliva

Esta noche

Señor:
Esta es la noche de la espera. Sabemos de la continuidad, permanencia y camino del resucitado. El hombre seleccionado por tí para la continuidad de tu alianza. Esperanza y espera vienen de lo mismo. De estar con la fe del retorno o de la acción. Los Oaxaqueños esperamos tantos años y he aquí que la esperanza abre los ojos y se enternece por la sonrisa de quienes estamos con la atención a la renovación, la reconstrucción y la reconciliación.

En nuestra espera se mezclan sentires varios, incógnitas, conjeturas, llantos y manos; y así esperamos con aquella fe de la llegada.

Desde luego que no falta quien se atraviese en esta espera, quien escupa nuestro llanto , alimente el desaliento y se quiera comer nuestra esperanza, Sin embargo siempre a nuestro lado, enfrente o atrás de nosotros hay la memoria de que aquél ;el que hoy cumple años y que está en cada lugar para salvar;  por eso los que van pa´trás se cuecen con el caldo de su propia lengua

Señor, acá tu hijo cumple otro año caminado en todas partes, juntando llantos, besando llagas, tejiendo hamacas con los sueños, soplando el fogón de la familia, tocando una y otra puerta.

Señor este hijo tuyo no se cansa, quienes se cansan son estos habitantes de la tierra que se muerden mutuamente y olvidan que a su lado hay un hijo tuyo.

Nuestra ceguera muchas veces nos confunde, pero en esta espera de la luz guardamos la esperanza de aquella verdad.

Acá esperamos a tu hijo, aquél que enviaste para limpiar el alma de todos. Tu que lo ves antes que nosotros dile por favor que vuelva a llegar, que hay millones de ojos tiernos deseando ver sus ojos, que millones de manos con el corazón en los dedos para atrapar un suspiro suyo.

Señor dile a tu hijo que la cena esta servida, dile que mamá es la cocina de todas nuestras madres y para él siempre un buen taco, que para el hemos cocinado la voluntad de reconciliación con el toque inigualable del amor. Tu también debes venir señor si te apetece. Sabemos que ahí estás pero es de educación invitarte personalmente.

LUMENRADIO

Elena Garro y la Guerra Cristera

LOS RECUERDOS DEL PORVENIR. ELENA GARRO.




"Siguieron unos días callados y luego volvieron los motines inútiles y sangrientos. Me invadió un rumor colérico. Yo ya no era el mismo con la iglesia cerrada y sus rejas vigiladas por soldados que jugaban en cuclillas a la baraja. Me preguntaba de dónde vendrían aquellas gentes capaces de actos semejantes. En mi larga vida nunca me había visto privado de bautizos, de bodas, de responsos, de rosarios. Mis esquinas y mis cielos quedaron sin campanas, se abolieron las fiestas y las horas y retrocedí a un tiempo desconocido"